Lady Jane Grey

Lady Jane Grey no llegó a cumplir los diecisiete años. Tuvo una vida breve y un reinado aún más fugaz. Nueve días duró su reinado. Un reinado por el que ella nunca luchó y que fue una pantomima organizada por su propio padre y el duque de Northumberland. Lady Jane Grey fue una de las muchas víctimas de uno de los siglos más virulentos y complicados de la historia de Inglaterra, donde los problemas religiosos y dinásticos asolaron el país. Fue su propia prima, María Tudor, quien firmó su sentencia de muerte.


El 6 de julio de 1553, el joven y enfermizo rey Eduardo VI, fallecía en el Palacio de Greenwich. Había sido el único hijo varón, legítimo al menos, que Enrique VIII había conseguido engendrar, pero no pudo superar los quince años de edad. Hacía ya tiempo que el reino se debatía entre las distintas opciones para la sucesión. Las dos hermanas mayores de Eduardo, tanto María, hija de Catalina de Aragón, como Isabel, hija de Ana Bolena, tenían sus propios defensores y detractores. María era la abanderada de la causa católica mientras que Isabel era la cabeza visible de la reforma protestante.s.

Jane Grey nació el 12 de octubre de 1537 en Bradgate, Leicestershire. Jane era la tercera de los cinco hijos de Henry Grey, tercer marqués de Dorset, y Frances Brandon, duquesa de Suffolk, aunque se convertiría en primogénita a la muerte de sus dos hermanos mayores. Jane formaba parte de la familia real británica, pues su madre era hija de María Tudor, la hermana pequeña de Enrique VIII, por lo que Jane era sobrina del monarca inglés.

Jane y su marido permanecieron varios meses encerrados en la Torre de Londres a la espera de que María tomara una decisión sobre su destino. Es probable que María quisiera evitar la peor de las decisiones pero cuando a principios de 1554 tuvo lugar la rebelión protestante, la figura de su prima se convirtió en una peligrosa representante de la causa reformista. A esto se añadieron los deseos de María de contraer matrimonio con uno de los reyes más católicos del continente, Felipe II.



Jane tuvo una infancia tranquila lejos de la corte y recibiendo una exquisita educación que supo aprovechar muy bien. No en vano, se la consideró una de las damas de la realeza más cultas e inteligentes. Jane pasó largas temporadas en la residencia de Catalina Parr, la última esposa de su tío el rey Enrique VIII. Con Catalina Parr mantuvo una estrecha relación y de ella recibió una profunda formación religiosa, siendo Catalina quien inculcó en Jane su arraigada fe protestante. En aquellos años, Jane convivió también con su prima Isabel, hija de la segunda esposa de Enrique, Ana Bolena, y de la que también se había hecho cargo Catalina. Jane lloró sinceramente la muerte de su protectora en 1548. Fue entonces cuando tuvo que volver junto a sus padres y su vida pronto dio un giro radical.

Al final, no hubo piedad para Jane. María firmaba su sentencia de muerte, que se hizo efectiva el 12 de febrero de 1554. Lady Jane Grey pasó a la historia como una reina manipulada por los intereses de los que la rodearon pues ella nunca se planteó la posibilidad de ser reina e incluso llegó a oponer cierta resistencia cuando se le informó de la supuesta última voluntad sincera de su primo Eduardo.


Letras de Sandra Ferrer Valero Mujeres en la Historia
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